Por nuestra mente pasan todo tipo de pensamientos a lo largo del día. Algunos de ellos pueden sernos útiles o generarnos sensaciones agradables, pero otras veces pueden ser bastante negativos, incluso provocarnos cierto miedo.
En ocasiones, podemos tener pensamientos de poder hacer daño a alguien que queremos, como nuestros hijos, nuestra pareja, o a nosotros mismos, e incluso pueden aparecer pensamientos o imágenes concretas de cómo lo haríamos.
Hoy vamos a explicar este problema llamado “fobia de impulsión”, que puede provocar en quien lo padece mucho sufrimiento.
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¿Qué es la fobia de impulsión?
La fobia de impulsión hace referencia al miedo que tiene una persona a dejarse llevar por un impulso, a la posibilidad de perder el control de sí mismo y poder llegar a dañar a una persona querida. Dicho miedo es una reacción frente a la presencia de pensamientos desagradables, negativos e intrusivos, sobre hacer algún tipo de mal a alguien.
Síntomas de vivir con miedo a hacer daño a los demás
En realidad, se trata de un subtipo del trastorno obsesivo compulsivo, ya que aparecen ideas obsesivas e intrusivas que chocan con los valores de la propia persona. Son pensamientos que no se pueden controlar, y por tanto se identifican como algo externo, irracional o que no concuerda con su personalidad.
Para asegurarse de que no ocurre, la persona trata de proteger a otros o a sí mismo intentando llevar un control estricto de lo que hace, o evitando situaciones que lo puedan “provocar”.
A esto se le conoce como compulsiones, que pueden ser observables o no, pero que están encaminadas a asegurarse de que no se ha provocado ningún daño.
Tipos de fobias de impulsión
Existen varios tipos de pensamientos de daño, pero todas tienen en común algún componente moral, sexual o agresivo. Os compartimos algunos de ellos:
- Miedo a atropellar: la persona tiene miedo de haber atropellado a alguien, y para calmarse, revisa por los retrovisores si hay alguna señal de ello, o vuelve a realizar el mismo recorrido hasta estar seguro de que no ha ocurrido nada.
- Miedo de dañar a un ser querido: la persona teme hacer daño a los hijos, la pareja, los padres…, y para evitar que ocurra, suele evitar estar a solas con ellos, alejarse de ellos ante situaciones que considera potencialmente peligrosas (vías de tren, metro, edificios altos), por miedo a empujarles, o teme estar cerca de objetos punzantes como cuchillos o navajas.
- Miedo de hacerse daño a uno mismo: la persona tiene pensamientos como tirarse por el balcón, cortarse, dañarse de otras maneras, y teme que puede realizarlo como un impulso.
- Miedo de sentir atracción sexual por niños: la persona teme tener pensamientos de contenido sexual con menores, aunque la propia persona siente un fuerte rechazo a ello.
Esta fobia puede aparecer sola aunque lo más común es que sea parte de un Trastorno Obsesivo-Compulsivo.
¿Por qué pasa esto? Pensamientos intrusivos
Todos podemos tener pensamientos de todo tipo, algunos buenos, coherentes y lógicos, y otros más irracionales o absurdos. Algunos de estos pensamientos pueden ser intrusivos, es decir, son pensamientos automáticos e involuntarios, que no controlamos cuándo vienen ni su contenido.
Todos experimentamos este tipo de pensamientos, y normalmente los descartamos o nos olvidamos de ellos precisamente porque no nos son útiles.
Sin embargo, hay personas que al detectar estos pensamientos, les produce mucho malestar porque reaccionan ante ellos con dudas sobre su significado, y se preocupan de que estos pensamientos puedan ser señales de que se están volviendo locos o que reflejan su verdadera naturaleza.
Nuestros pensamientos están íntimamente relacionados con nuestros valores y principios, y es por eso que cuando un pensamiento va en contra de lo que es importante para nosotros, nos alertamos, pues pone en duda nuestro sistema de valores.
Cuando estamos en periodos de estrés elevados durante mucho tiempo, nuestra capacidad de adaptarnos a las circunstancias puede verse desbordada.
Es entonces cuando somos más vulnerables a que puedan aparecer síntomas de ansiedad como los pensamientos obsesivos.
Además, algunos rasgos de personalidad como la elevada exigencia con uno mismo, la necesidad de control, el perfeccionismo o la hiperresponsabilidad pueden influir en nuestro afrontamiento a situaciones difíciles.
¿Por qué no se me van?: la evitación y supresión del pensamiento.
La respuesta más común frente al miedo que produce tener esos pensamientos suele ser la evitación, ya que con ello se logra calmar la ansiedad que producen.
Por tanto, la persona trata de evitar situaciones que se perciben como potencialmente peligrosas (estar cerca de balcones, ventanas, de vías de tren o metro, de utensilios afilados…) o estar a solas o cerca de las personas a las que temen hacer daño.
Sin embargo, es un alivio momentáneo que no soluciona el problema, ya que los pensamientos vuelven a venir y se genera un ciclo vicioso que alimenta la inseguridad y la desconfianza en uno mismo. Así, el miedo a los pensamientos se vuelve más grande, y éstos vuelven a aparecer con mayor fuerza.
Otra manera de intentar evitar el malestar puede ser pedir estar acompañados siempre por alguien que sepa cómo actuar en caso de que entremos en una situación de pánico.
Esto puede dar una sensación de seguridad, pero de nuevo se convierte en un ciclo vicioso en el que la persona termina dependiendo de otra para hacer su vida, y reafirma las creencias sobre el potencial daño.
Además del malestar que producen de por sí, la fobia de impulsión es un problema que se vive en solitario, ya que pedir ayuda y hablar de ello no es fácil. A la larga, el manejo de estos pensamientos puede llevar a un desgaste en otras áreas de la vida de la persona, llegando a producir aislamiento, desmotivación, desesperanza y otros síntomas depresivos y de ansiedad.
Si te identificas con alguno de estos síntomas, es importante que pidas ayuda de un profesional que pueda guiarte en un tratamiento efectivo para ti. Nosotras estaremos encantadas de poder acompañarte en el proceso ya que trabajamos principalmente con el tratamiento del TOC o Trastorno obsesivo compulsivo y la gestión emocional de la ansiedad y miedos.
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