El concepto de «madre perfecta» en psicología, es una idea idealizada y subjetiva que puede variar según la cultura, las creencias individuales y las circunstancias familiares. A menudo, se caracteriza por una serie de expectativas poco realistas sobre cómo debe ser una madre en términos de crianza, cuidado y habilidades parentales.
Sin embargo, es importante entender que nadie es perfecto y que ninguna madre puede cumplir todas las expectativas que rodean este concepto.
Está claro que la relación entre madre e hijo/a es crucial para el desarrollo emocional y cognitivo del/la niño/a. Este/a establece un vínculo emocional con su cuidador principal (en la mayoría de los casos, la madre) y esta relación se considera clave para su desarrollo.


Este vínculo le ayuda a sentirse seguro y protegido y es un factor clave en la formación de relaciones saludables y en la capacidad de regular las emociones. Por tanto, la madre desempeña un papel fundamental para responder a las necesidades del niño de manera sensible y adecuada es esencial para su desarrollo.
A lo largo de la historia se ha exaltado, endiosado y mitificado el papel de la “buena madre”.
Sin embargo, ningún/a niño/a necesita una madre perfecta, los hijos, al igual que la madre, van aprendiendo en el camino, por acierto y error. El querer ser una madre perfecta, normalmente no responde a una necesidad de un/a hijo/a, sino a algo autoimpuesto o por querer demostrar a los demás que cumples con ciertas expectativas (irreales) implantadas por la sociedad.
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Consecuencias psicológicas del rol de la madre perfecta
Cuando el rol de madre llega a la vida de la mujer, puede llegar a eclipsar todo lo que había construido anteriormente, y esto como hemos dicho es consecuencia en gran medida de la educación recibida respecto a lo que “debe” ser una madre.
No solo debes cargar con tus expectativas naturales de ser una buena madre, sino también con la necesidad de seguir desarrollándote como profesional. Además está el hecho de cuidar tu relación de pareja y además llevar sobre tus hombros la administración del hogar.


Y si solo si sobra tiempo tratar de tener un rato para ti. Todo esto estando bien, feliz y disfrutando del proceso. ¡Esto es objetivamente imposible!
Este deseo y expectativas de ser una madre perfecta puede llevar a sobrecargarte a nivel emocional. Puedes experimentar síntomas relacionados al estrés psicológico y al cansancio físico extremo. En la lista se incluyen alteraciones psicosomáticas como problemas gastrointestinales, dolores de cabeza, mareos, dolores musculares y contracturas, alteración del sueño y defensas bajas.
También se acompaña con algunos síntomas emocionales, como la ansiedad, tristeza, irritabilidad y distanciamiento afectivo.
Es normal que puedas llegar a sentirte agobiada y cansada, incluso experimentar un intenso sentimiento de impotencia y desesperación que a la larga, si este problema no se trata, puedes acabar perdiendo la capacidad para disfrutar.
Para prevenir esto hay que poner en marcha una serie de estrategias que a continuación vamos a comentar. No importa si al final del día no has cumplido con todo lo que tenías agendado. Nadie debe ir al límite de sus capacidades, ya que no es sano ni sostenible en el tiempo.
Cómo lidiar con el rol de la madre perfecta
Aquí hay algunas formas de lidiar con la presión relacionada con el rol de la «madre perfecta»:
- Acepta tus limitaciones: Reconoce que nadie es perfecto y que es normal tener limitaciones. Todos cometemos errores y enfrentamos desafíos en la crianza de los hijos. Aprende a perdonarte a ti misma y a entender que está bien no cumplir con todas las expectativas.
- Establece prioridades: Enfócate en lo que realmente importa para ti y tu familia. Define tus propias prioridades en función de tus valores y necesidades, en lugar de tratar de cumplir con estándares externos.
- Busca apoyo: Habla con otras madres y padres para compartir experiencias y consejos. El apoyo emocional y práctico puede ser valioso para afrontar los desafíos de la crianza.
- Establece límites: No tengas miedo de establecer límites saludables en tu vida para cuidar de ti misma. El agotamiento puede afectar negativamente tus habilidades parentales, por lo que es importante cuidar de tu bienestar físico y emocional.
- Aprende y crece: La crianza de los hijos es un proceso de aprendizaje constante. Estudia, busca información y mejora tus habilidades como madre, pero no te exijas alcanzar la perfección en todo momento.


- Delega y acepta ayuda: No tengas miedo de pedir ayuda cuando la necesites. Puedes delegar responsabilidades y permitir que otras personas cuiden de tus hijos en ocasiones para descansar y recargar energías.
- Crea expectativas realistas: Reconoce que cada familia es única y que no existe un enfoque único para ser una buena madre. Ajusta tus expectativas a lo que es posible y sostenible para ti y tu familia.
- Cuida de ti y tu salud mental: Trata de reservar unas horas solo para ti. Aunque es difícil encontrar tiempo, es necesario que estés entre tus prioridades. Prioriza tu salud mental y busca formas saludables de manejar el estrés y la ansiedad. Considera la posibilidad de hablar con un profesional de la salud mental si sientes que la presión es abrumadora.
Recuerda que ser buena madre no significa ser perfecta. Lo más importante es brindar amor, apoyo y cuidado a tus hijos/as de la mejor manera que puedas, reconociendo que todos cometemos errores y que la crianza es un proceso de aprendizaje continuo.
Nosotras en psicologiamariapalau consideramos que para que un niño/a se sienta bien, debes de sentirte bien. En nuestra terapia infantil te ofrecemos las habilidades para poder gestionar a los niños y niñas pequeñas y poder combinar el ser una buena madre con cuidarte.