“Todos deberíamos ir al psicólogo” es probablemente la frase más repetida en los últimos años. En general, ha habido un aumento de conciencia de la importancia de cuidar nuestra salud mental, y una de las maneras más efectivas es yendo a terapia.
La terapia puede ser muy beneficiosa para conocerse, aprender nuevas habilidades y establecer cambios que mejoren tu bienestar general.
Sin embargo, ir a terapia no es como ir al médico cuando tienes una dolencia, ya que los temas que se tocan durante una sesión de psicología pueden ser los que más hayamos estado evitando durante mucho tiempo, y es por eso que dar el primer paso no suele ser fácil.
Tomar conciencia de la importancia de cuidarnos es necesario pero no suficiente, hace falta, además, comprometerse con la idea de enfrentarnos a nuestros mayores temores. ¡Y qué miedo empezar a hacer esto!
Hoy os queremos dar algunos consejos para ayudaros con los obstáculos que muchas veces bloquean dar el paso de pedir ayuda psicológica.
Lo primero que debes tener en cuenta si tienes miedo de enfrentar tus miedos en terapia es que eso no te hace más débil ni cobarde, ni tiene por qué significar que la terapia no es para ti.
Tener miedo es algo muy natural, sobre todo si es algo desconocido, o si se trata de exponernos a temas que nos incomodan, que nos traen recuerdos dolorosos y sensaciones desagradables.
Es muy importante que te valides por tener miedo, que no luches o te enfades contigo mismo por eso, ya que esto sólo añadirá más carga a la difícil tarea de enfrentarte a lo que temes.
El miedo es una emoción que nos hace sentir que no somos capaces de enfrentar una amenaza, y que por eso debemos huir, pero recuerda que no siempre tiene por qué ser verdad eso que percibimos (tanto la falta de recursos como la peligrosidad del detonante).
Está bien sentir miedo, ahora bien, ¿qué podríamos encontrarnos si atravesamos ese miedo? Dar el paso de ir a terapia es una decisión que se toma desde el deseo de cambiar algún aspecto de tu vida, o el sencillo deseo de estar mejor que como se está ahora.
Si ya has empezado terapia y tienes miedo de enfrentar a tus miedos, retomar las razones y motivaciones que te llevaron a pedir ayuda puede ser una muy buena forma de darte ese empuje que necesitas para seguir al frente del cañón, o a abrir las puertas de tu vulnerabilidad a pesar de lo incómodo que es expresar lo que sentimos dentro.
¿Qué quiero conseguir yendo a terapia? ¿Cómo creo que me sentiré al final del camino? ¿Cómo sería mi vida si superase estos miedos? ¿Qué beneficios obtendré si consigo afrontar lo que temo? Estas preguntas pueden guiarte a conectar con lo que quieres para ti, y no tanto con lo que temes o lo que te impide avanzar.
Las psicólogas podemos llegar a intuir ese olorcillo a miedo o resistencia que pone la persona al enfrentar sus miedos, pero a veces nuestro instinto puede fallar, y es por eso que te animamos a comentárselo también a tu psicóloga.
Está genial querer enfrentar los miedos, pero no tiene que ser todos a la vez de repente, como si fuéramos un gladiador saliendo con nuestro cuerpo al descubierto a la arena a enfrentar dragones y leones.
No somos menos “héroes” o valientes por comentar que tenemos miedo. Puede que el primer día vayamos a terapia con mucha motivación e ilusión, pero esa energía se puede ir agotando por las dudas de si serás capaz o no de enfrentar lo que temes, y es ahí cuando empieza el miedo.
Esto es algo que se puede plantear en sesión sin problema, ya que tu psicóloga estará dispuesta a respetar tu ritmo. Recuerda que el proceso es tuyo personal, y tienes el derecho y la capacidad de tomar decisiones en tu tratamiento, ya sea graduando los objetivos en metas más pequeñas o incluso estableciendo límites en temas que no quieres tocar al principio porque puedan resultar demasiado difíciles y dolorosos para ti.
Muchas veces es mejor empezar de menos a más, dando pasitos pequeños que nos encaminan hacia el cambio para ir tomando confianza y sintiéndonos capaces.
Por último, queremos recordarte que enfrentar tus miedos durante la terapia no tienes porqué hacerlo en soledad. Pedir acompañamiento y apoyo a tu entorno durante el proceso puede ser de gran ayuda si cuentas con una red social con la que sientas seguridad.
Tus amigos o familiares te podrán ayudar para animarte en los momentos en los que dudes de tu capacidad para afrontarlos, o echarte una mano si necesitas enfrentarte a situaciones especialmente temerosas.
En anteriores publicaciones hablamos de cómo crear un espacio seguro para poder ofrecer ayuda, algo que puede mejorar notablemente tu relación con los demás.
Esperamos que con estas reflexiones cojas fuerzas y energía para seguir afrontando aquello que temes. Desde la Clínica Psicología Maria Palau estaremos encantadas de acompañarte y hacerte el camino más ameno.
El artículo del mes de psicologiamariapalau
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