Terapia de codependencia

Aunque somos seres sociales y dependemos de otras personas, a veces, nuestra pareja se convierte en el pilar principal en nuestra vida y empezamos a dejar de lado otras áreas que antes eran importantes para nosotros/as, incluso nos olvidamos de tener nuestro espacio propio. Si quieres aprender a gestionar esta situación, la terapia de codependencia  te ayudará a superar esta problemática.

Codependencia y dependencia emocional en pareja

La codependencia emocional es una necesidad afectiva y enganche emocional que te puede llevar a la incapacidad de dejar una relación que genera sufrimiento, generalmente una relación de pareja o la dificultad de tener tu espacio propio en esa relación. 

 

Si crees que eres una persona con dependencia emocional es posible que sientas  insatisfacción en tu área afectiva que te lleve a intentar compensarla  centrándote en la relación de pareja. El mundo del amor se convierte en lo más relevante, vive las relaciones de forma intensa y no concibe su existencia sin el/la otro/a. 

Esto puede llevarnos a permanecer en relaciones que le generan mucho sufrimiento, con conductas que no son sanas para la relación, llegando a tener momentos de lucidez donde ve claro que debe dejar la relación y alejarse, pero el miedo le paraliza. 

Si estas interesado/a en trabajar esta área de tu vida, podemos ayudarte mediante la terapia de pareja online del equipo psicologiamariapalau.com. Si es algo que quieres trabajar sin tu pareja puedes acudir a la terapia para adultos o participar en nuestra terapia grupal para fortalecer la autoestima.

Características de la codependencia emocional

Como hemos dicho, las personas somos seres sociables que necesitamos a los demás, siempre hay cierto tipo de dependencia. Pero, podemos definir la dependencia emocional o afectiva dañina como una forma disfuncional de establecer las relaciones. Esta problemática puede aplicarse a cualquier tipo de relación interpersonal y que normalmente es más prevalente en relaciones de pareja.

Es importante, en primer lugar, identificar qué tenemos esta dependencia emocional, ser conscientes de lo que nos ocurre y de qué forma nos está afectando, tomar distancia para ver y entender lo que está pasando, alejarnos de estas relaciones dañinas y comenzar a trabajar en nuestra autoestima para poder relacionarnos desde ahí.

Algunas señales son: has dejado de lado otras áreas de tu vida, como amigos o auto-cuidado, te sientes inseguro/a si tu pareja hace planes sin ti, sientes malestar al estar solo/a, aceptas o llevas a cabo conductas que en el fondo sabes que no harías y que pueden llegar a ser dañinas para ti, no gestionas bien los celos….

como tratar dependencia emocional

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Codependencia de pareja sana

Como hemos comentado ser dependiente en una relación no es necesariamente algo negativo. De hecho, la necesidad de relaciones es natural en los seres humanos y forma parte de nuestras necesidades básicas:

  • Es totalmente normal en la fase inicial del que enamoramiento que haya más dependencia emocional hacia la otra persona. 
  • Un cierto grado de dependencia de la pareja también es sano y funcional para la continuación de la relación cuando ésta se estabiliza, para mantener ese cuidado y cariño hacia la otra persona.
  • La dependencia sana incluye la capacidad de depender de la otra persona, de poder apoyarse en ella, de sentirse seguro con ella. 
  • Favorece la confianza y apoyo mutuos, y la capacidad de resolver problemas de forma compartida.
 

Debe ser una dependencia sana, que implique por un lado la aceptación de las limitaciones del vínculo, y por otro la capacidad de tolerar la carencia y la expectativa.

Somos capaces de percibirnos como sujetos separados, se respetan los límites y conservamos nuestra autonomía individual.

terapia dependencia emocional pareja

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psicologo dependencia emocional

¿Quién crea la dependencia afectiva tóxica?

Al elegir pareja, las personas predispuestas a la dependencia emocional eligen a menudo parejas con rasgos narcisistas. Esto ocurre porque, por las razones mencionadas anteriormente, las personas que necesitan una confirmación de su autoestima tienden a repetir patrones relacionales disfuncionales. En efecto:

  • La persona dependiente tiende a la autovaloración y no se siente merecedora de amor.
  • La pareja narcisista es evitativa, anafectiva, egocéntrica, evasiva, inaccesible, desvalorizadora (a veces abusiva) e incapaz de comprometerse y de intimar auténticamente en una relación.
  • La persona narcisista pone en práctica un refuerzo intermitente, un mecanismo similar al que subyace en el juego, en el que se alternan aleatoriamente refuerzos que producen euforia y distanciamientos que producen sentimientos depresivos. 
  • La persona adicta se encuentra literalmente «persiguiendo» a la pareja narcisista, que se negará a sí misma o se complacerá egoístamente, a su discreción.
  • Con esta combinación de características, se crea un círculo vicioso que se autoperpetúa, y en el que la persona dependiente lo es cada vez más, precisamente porque la pareja le elude y no le tranquiliza.
  • La persona dependiente intenta hacerse querer mediante la devoción y la condescendencia, pero estimula aún más el desprecio y el desapego de su pareja.
  • Intentará mantenerle atado a él/ella satisfaciendo todas sus necesidades. 

Objetivos terapéuticos

Los objetivos individuales se establecerán y conseguirán a través de las fases de terapia

Terapia Cognitivo-Conductual

Como ciencia, la terapia psicológica se basará en el método científico y en tratamientos empíricamente validados

Flexibilidad horaria

Sesiones que se adaptan a las necesidades y horario de cada cliente

Codependencia emocional pareja

Las personas que se encuentran en relaciones de codependencia suelen estar muy angustiadas porque se encuentran en una etapa avanzada de dependencia: están lidiando con años y a veces décadas de vínculos que han creado un malestar y un sufrimiento crecientes.
 
Sin embargo, lo que dificulta la recuperación del trastorno de codependencia emocional es la ambivalencia:
Por un lado, uno se da cuenta de la naturaleza problemática de su propia forma de relacionarse y por otra parte, uno lucha por distanciarse y ante la idea de separarse de su pareja, se siente un dolor indescriptible.
 
Para romper con la relación destructiva, a menudo es necesario trabajar primero desde dentro, en uno mismo y en la propia dinámica, a fin de preparar el terreno emocional para la separación hasta que uno se sienta lo suficientemente fuerte y preparado para hacerlo.

Más Información

¿Que es codependencia emocional?

Qué es una persona codependiente? El término dependencia y codependencia se utilizó por primera vez a principios de la década de 1980 en el contexto de los grupos de autoayuda y, en concreto, surgió a partir de los comportamientos observados por compañeros de alcohólicos en tratamiento.

Estos comportamientos se caracterizaban por intentos de controlar la adicción de sus maridos: intentos de ayudarles, frustración al verles caer de nuevo en el túnel del alcohol, seguidos de sentimientos de culpa, e intentos de compensar los comportamientos destructivos aumentando los comportamientos de control, que, sin embargo, sólo estimulaban el comportamiento alcohólico.

La adicta (utilizo el femenino porque suele ser una mujer, aunque obviamente no siempre) se relaciona con quienes muestran una necesidad desesperada de ser ayudados.

Con las debidas excepciones, normalmente los compañeros que necesitan ayuda desesperadamente no son personas fiables que han tropezado con una desgracia, lo más frecuente es que sean personas frágiles pero, al mismo tiempo, profundamente poco fiables, por ejemplo, adictos a sustancias, al juego, a las relaciones, a Internet, al alcohol, etc.

 

Ejemplo de una relación de codependencia afectiva

Me gustaría presentar el caso de Claudia (el nombre es obviamente inventado), que fue realmente muy «difícil» para mí y que fue el caso que me llevó a interesarme cada vez más por la dependencia afectiva y la psicología de la pareja.

Claudia acudió a mi consulta en una crisis por una relación que había durado años.

La infancia de su pareja se había caracterizado por los malos tratos y las profundas heridas emocionales: su madre era violenta y consciente de los abusos sexuales que ambos habían sufrido desde la infancia a manos de su tío, pero no hizo nada por protegerlos.

Su padre era un hombre violento y alcohólico que murió de diabetes por negligencia, su hermano murió por suicidio y, a los pocos años, la pareja de mi cliente se vio obligada a cuidar de su anciana madre, enferma de Parkinson, que vivía en el piso contiguo al suyo y al de Claudia.

Sus puntos fuertes eran que era un hombre muy guapo, inteligente, con un trabajo en finanzas que le permitía llevar una vida muy cómoda y tener todas las mujeres que quisiera…

Conoció a mi clienta durante un viaje y ella quedó inmediatamente prendada de aquel hombre, no podía creer que un hombre tan interesante la eligiera a ella que, a pesar de ser una chica guapa y morena, nunca había sentido nada especial (este razonamiento es una trampa muy peligrosa; dice mucho de la inexperiencia de una persona que corre el riesgo de dejarse «seducir» fácilmente por personas manipuladoras).

Se juntan. Al principio, él le prestaba mucha atención y no paraba de contarle cómo, gracias a ella, su vida se había vuelto feliz a pesar de la infelicidad que había experimentado hasta entonces a causa de su pasado. Hacían el amor y les encantaba pasar tiempo juntos.

Al cabo de un año, las cosas empezaron a cambiar. A menudo se enfadaba y se mostraba agresivo, a veces sin motivo: le hizo ver que vivía el sexo como un «deber conyugal». A menudo arremetía contra ella por cosas triviales, o se enfadaba sin motivo y se callaba.

Decía cosas como que, aunque la quería, le resultaba difícil serle fiel porque, con todo lo que le había pasado en la vida, renunciar a cualquier cosa que le diera placer le parecía profundamente limitante y frustrante.

Así que Claudia se llenaba de culpa, diciéndose a sí misma que, aunque tenía las herramientas para hacerle feliz, sus momentos de sufrimiento podían ser más dolorosos para él, ya probado por toda una vida de abusos. Así que había aprendido a aguantarse y a callarse.

Acudió a mí en un estado de desesperación, llena de ira mezclada con odio, dolor y culpabilidad…. ¡Una buena madeja que desenredar! Para mí pero, sobre todo, para ella. Trabajamos juntas durante un año y, finalmente, ella lo dejó.

 

Tipos de dependencia emocional en la pareja

Reitero que la única forma de romper el triángulo dramático es terminar la relación y salir de la dinámica. Por muy devastador que pueda ser el abandono, tanto para el dependiente como para la pareja con codependencia afectiva. Las cinco señales para reconocer un triángulo dramático:

  1. La persona nos describe de algún modo como su salvador/salvadora (cuidado con frases como «eres lo mejor de mi vida» si el resto del mundo se ve, en cambio, como algo malo y devaluado).
  2. La persona nos describe de algún modo como su salvador/salvadora.
  3. Cuando nos sentimos acosados y expresamos nuestras necesidades, la otra persona trata de hacernos sentir culpables («mira cómo reaccionas cuando intento decirte cómo soy»).
  4. Cuando aparentemente todo va bien, se tiene ansiedad por el momento en que la otra persona pierde los nervios o cae en el túnel.
  5. Te sientes autorizado a ejercer un comportamiento controlador (del ordenador, del móvil, del aliento si la persona es alcohólica).
  6. Te sientes maltratado e incomprendido, pero al mismo tiempo te sientes culpable ante la idea de dejar a la otra persona que, sufriendo como sufre, no podría soportar otro abandono (por otra parte, la gente suele sobrellevarlo).
  7. Te sientes autorizado a ejercer un comportamiento controlador (del ordenador, del teléfono móvil, del aliento si la persona es alcohólica).
 

¿Cuáles son las causas de una relación codependiente?

¿Qué lleva a entrar en el túnel de la codependencia? Nos dimos cuenta de que los codependientes se unen a quienes necesitan ayuda.

El imán que atrae al codependiente reside precisamente en la condición necesitada de la otra persona, por eso hablamos del «síndrome de la crucífera».

En estas personas existe la ilusión de que a través de su amor la otra persona puede curarse. Por tanto, hay una víctima que salvar (la pareja de Claudia en el caso anterior) y un salvador (la propia Claudia).

Sin embargo, las personas muy sufrientes que piden ayuda suelen caracterizarse, como hemos dicho, por rasgos de personalidad disfuncionales, que son casi imposibles de cambiar sólo con la ayuda de la pareja, además, dado que los rasgos de personalidad y los comportamientos disfuncionales como la adicción surgen de todos modos como respuesta, aunque sea patológica, a una necesidad de algún tipo (no sentir dolor, engañarse a uno mismo pensando que tiene el control, etc.), es muy probable que estos comportamientos sigan produciéndose a pesar de los esfuerzos de la pareja.

En el caso clínico relatado, la pareja de Claudia, después de representar el papel de víctima (¡ayúdame!) y pedir a Claudia que sea su salvadora, pasa al papel de verdugo representando esas conductas violentas de las que, a pesar de todo, no puede prescindir. Esta dinámica se conoce como el triángulo dramático: víctima – perseguidor – salvador.

Los papeles del triángulo no son fijos, sino que rotan: la pareja de Claudia hace de víctima y la ve como su salvadora. Ella responde a su petición de ayuda hasta que los rasgos psicopatológicos de él toman el control y desembocan (una vez más) en la agresión, convirtiéndose él en el agresor y ella en la víctima.

Si Claudia intenta rebelarse o resistirse, él reacciona con una herida de victimización, reconociéndola como culpable; no es infrecuente que cuando un adicto vuelve a caer en la adicción, le diga a su pareja frases como: «¡Volví a caer en la adicción por tu culpa! Porque no confiaste en mí y me hiciste sentir culpable‘.

La única forma de romper el juego es romperlo.

Entonces, ¿por qué la gente sigue en él? Porque los codependientes emocionales son adictos a todos los efectos y temen la separación y el abandono más que a ninguna otra cosa. Además, ser abandonado no significa haber salvado al otro.

El mecanismo de la crucífera consiste en vincularse a personas que necesitan ser rescatadas… porque mientras reconozcan en ella (o más raramente en él, en el caso de los varones) al rescatador no la abandonarán. En todo esto, sin embargo, hay al menos dos mecanismos perversos:

El primero: los escasos momentos de felicidad en la pareja se ven como una especie de «tráiler» de lo buena que podría ser la historia si no existieran esos problemas (por ejemplo, la adicción al juego o a sustancias, o las secuelas violentas de un trauma), por lo que el objetivo se convierte, para el crucificador, en esforzarse por eliminar ese problema con la ilusión de un futuro feliz.

Pero es incluso peor que eso…. de hecho, como he dicho antes, la Crucifer se apega a aquellos que necesitan ser ayudados porque la necesitan a ella… Sin embargo, si se produjera el milagro y la persona quedara «curada», ¿qué ocurriría? Dejaría de necesitarlo… y esto es una gran amenaza para el codependiente, que se encontrará en la paradoja de desear ardientemente que el otro se «cure» y, al mismo tiempo, estar aterrorizado ante la idea de salvarlo.

¿Y qué? Por tanto, es ilusorio pensar que se puede salvar a una persona con problemas graves, sobre todo si se trata de rasgos de personalidad patológicos como el abuso de sustancias, el alcohol, el juego, la adicción emocional agresiva, etc.

Síntomas de la dependencia afectiva

Empecemos con los principales síntomas:

  • Adicción: parece obvio, pero el primer síntoma de la adicción afectiva es la propia adicción. El dependiente afectivo vuelca todos sus mecanismos de autorregulación, como mantener la autoestima, la cohesión personal o sentir emociones, en la otra persona. Si la pareja se aleja, estas propiedades personales se pierden y la persona dependiente puede sufrir un dolor y un pánico exagerados.
  • Incapacidad para hacer frente a la adicción.
  • Incapacidad para hacer frente a una eventual separación.
  • Como se ha mencionado anteriormente, la pareja se convierte en algo vital para el adicto afectivo y la separación es un dolor inimaginable.
  • La persona dependiente afectiva es fácilmente chantajeable, precisamente porque no puede concebir la separación, aceptaría cualquier cosa con tal de no acabar con una aventura. En este punto, por supuesto, el mayor peligro es el de perder la propia identidad.
  • La persona busca a personas anafóbicas o narcisistas, porque representan su opuesto exacto y se siente atraída por la falsa seguridad y perfección que parecen emanar.
  • El dependiente se muestra subyugado y servil a su pareja, hasta el punto de condescender, adorarla y venerarla, con la esperanza de recibir un reconocimiento que probablemente nunca llegará.
  • El dependiente se siente atraído por las personas narcisistas, porque representan lo opuesto a ellas.

Causas de la adicción

Las causas de la adicción normalmente tienen raíces profundas y se remontan a la infancia, cuando el niño empieza a construir una identidad propia, y si durante este proceso hay críticas, castigos o una indiferencia total por parte de los padres, el niño puede crecer con un acusado sentimiento de culpa y poca autoestima.

Entre los muchos casos familiares que pueden conducir a la creación de una baja autoestima, podemos destacar dos en particular:

  • Padres hiperprotectores que nunca creyeron en sus hijos. Los padres hiperprotectores tienden a satisfacer todas las necesidades y deseos de sus hijos, sin que éstos tengan que pensar en nada. De este modo, los hijos crecerán con poca autonomía e independencia, y probablemente, incluso de adultos, buscarán a personas que les resuelvan las cosas, por un lado, y por otro, depositarán muchas expectativas en sus parejas, atribuyéndoles el poder de ser los únicos que pueden resolver sus problemas.
  • Padres ausentes: los padres no dieron al niño las respuestas y confirmaciones a sus necesidades emocionales que necesitaba, llevándole a sentirse incapaz e inútil. En este caso, la pareja representa esa posibilidad de redención y de ser amado. 
  • La pérdida de la pareja puede conducir a una sensación de soledad y profunda desesperación que puede llevar incluso a la depresión.

Estas situaciones llevarán al adicto afectivo a una pérdida de sí mismo, en favor de la relación, que, sin embargo, al ser tóxica, sólo puede conducirle a una soledad y falta de identidad aún más pronunciadas. Precisamente porque la autoestima y la identidad se construyen a medida que uno crece, la dependencia afectiva puede considerarse una consecuencia de un fracaso en la construcción de la autoestima. Si algunos de los síntomas de la dependencia afectiva te resultan familiares, profundicemos en cómo recuperarse de la dependencia afectiva.

Las causas de la adicción normalmente tienen raíces profundas y se remontan a la infancia, cuando el niño empieza a construir una identidad propia, y si durante este proceso hay críticas, castigos o una indiferencia total por parte de los padres, el niño puede crecer con un acusado sentimiento de culpa y poca autoestima. .

Entre los muchos casos familiares que pueden conducir a la creación de una baja autoestima, podemos destacar dos en particular:

  • Padres hiperprotectores que nunca creyeron en sus hijos. Los padres hiperprotectores tienden a satisfacer todas las necesidades y deseos de sus hijos, sin que éstos tengan que pensar en nada. De este modo, los hijos crecerán con poca autonomía e independencia, y probablemente, incluso de adultos, buscarán a personas que les resuelvan las cosas, por un lado, y por otro, depositarán muchas expectativas en sus parejas, atribuyéndoles el poder de ser los únicos que pueden resolver sus problemas.
  • Padres ausentes: los padres no dieron al niño las respuestas y confirmaciones a sus necesidades emocionales que necesitaba, llevándole a sentirse incapaz e inútil. En este caso, la pareja representa esa posibilidad de redención y de ser amado. La pérdida de la pareja puede conducir a una sensación de soledad y profunda desesperación que puede llevar incluso a la depresión.
 

Estas situaciones llevarán al adicto afectivo a una pérdida de sí mismo, en favor de la relación, que, sin embargo, al ser tóxica, sólo puede conducirle a una soledad y falta de identidad aún más pronunciadas. Precisamente porque la autoestima y la identidad se construyen a medida que uno crece, la dependencia afectiva puede considerarse una consecuencia de un fracaso en la construcción de la autoestima. Si algunos de los síntomas de la adicción afectiva te resultan familiares, profundicemos en cómo curarse de la adicción afectiva.

 

Como tratar la codependencia

Para superar la dependencia emocional y desapegarnos de una persona podemos utilizar distintos tipos de terapia, además, también podemos elegir entre terapia individual o de pareja. 

En el caso de la terapia individual intentaremos trabajar las resistencias propias de la dependencia afectiva, articulando la terapia para salir de la dependencia en diferentes etapas. Se intentará comenzar por los problemas más inmediatos, entre los que se encuentran la relación de pareja, la abstinencia hacia la pareja y la obsesión con la misma. En una segunda fase, se intentará estudiar la historia familiar y los traumas infantiles, para pasar a una fase posterior en la que se intentará fortalecer la autoestima y ayudar al paciente a recuperar el control de su vida.

La terapia, sin embargo, también podría incluir terapia de pareja para evaluar la co-dependencia afectiva e intentar aflojar el control simbiótico para que las dos figuras co-dependientes puedan recuperar la posesión de su propia identidad. En este sentido, se trabajará en varios puntos, como intentar aflojar el control sobre la pareja, encontrar un equilibrio más sólido y experimentar la separación de forma no obsesiva.

Superar la dependencia emocional y afectiva, requiere tiempo y apoyo profesional: estos ejercicios para superar la dependencia emocional combinados con terapia, pueden ayudarte a identificar y combatir este trastorno.

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