En este nuevo de curiosidades hablamos de un tema que en algunas ocasiones tratamos en la terapia para adultos de Pisocologiamariapalau. Así como podemos encontrar personas que sin motivo aparente rompen a llorar, podemos encontrar también personas que sea cual sea la situación se ven incapaces de poder llorar, aún sabiendo los beneficios que esto podría traerles.
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¿Por qué no puedo llorar?
¿Cuántas veces te has preguntado ‘por qué no puedo llorar’? ¿Cuántas veces has querido, pero no has podido? Eso es lo que ocurre a menudo, ¿no? Pero, ¿por qué?
Llorar: el valor del llanto a nivel emocional
En la vida, a menudo suceden acontecimientos que pueden llevarnos a sentirnos mal y a llorar: un duelo, una separación, una pérdida, por ejemplo, al ser una fuente de sufrimiento pueden llevarnos a llorar. Por tanto, en este caso se trata de lágrimas vinculadas a una emoción, entre las que se encuentran la tristeza, la angustia…
El llanto es un aspecto fundamental para procesar lo que nos ha sucedido. Sin embargo, a veces lloramos de alegría: ¿cuántas veces hemos sido tan felices que hemos llorado? Lo mismo ocurre cuando reímos mucho: también habrás llorado de tanto reír. Por tanto, las lágrimas pueden surgir por una emoción o por varias emociones.
No puedo llorar: ¿por qué?
En uno u otro caso, las lágrimas pueden ayudarnos a gestionar el estrés acumulado y las tensiones, y nos permiten desahogarnos cuando nos sentimos abrumados por la pena, al fin y al cabo, son un calmante natural que produce nuestro organismo. Sin embargo, a menudo no lloramos: ¿por qué ocurre esto?
Esta pregunta puede responderse teniendo en cuenta varios aspectos, ya que no hay una respuesta definitiva.
En base a esta incapacidad, puede haber un problema físico real: algunas personas son incapaces de hacerlo precisamente por una enfermedad que provoca una sequedad de los conductos lagrimales y, por tanto, la incapacidad de producir lágrimas.
Dejando a un lado esta posibilidad, también hay otras razones que podrían y pueden explicar esta incapacidad, es decir, hay quienes no son capaces de llorar, porque interpretan un problema de forma diferente a los que quizás rompen a llorar.
Porque somos diferentes, podemos reaccionar de forma distinta ante una misma situación o, incluso, podemos llorar ante un hecho «menos grave» y no hacerlo ante un duelo.
También aquí todo depende de cómo interpretemos el hecho y de la personalidad de cada uno/a.
Los que, por ejemplo, tienen más autocontrol y tratan de analizar las cosas, pueden tardar más en hacerlo. No llorar suele caracterizar a las personas que ven las lágrimas como un signo de debilidad.
Algunos niños, por ejemplo, aprenden a inhibir sus emociones, hasta el punto de llegar a ser buenos en ocultarlas y casi no «sentirlas» ya, porque pueden crecer en una familia que niega el llanto, ya que se considera un signo de vulnerabilidad.
Frases como «no debes llorar» «que no te vean llorar» «llorar es de débiles» pueden dejar heridas profundas y conducir a la larga a una incapacidad para hacerlo.
Beneficios del llanto para la persona
Mientras que no poder llorar puede indicarnos que algo va mal, por el contrario, llorar, por paradójico que parezca, es bueno para nosotros/as: cuando lloramos nos sentimos tranquilos/as, precisamente porque estamos escuchando nuestra emoción. Algunos estudios afirman que cuando lloramos, se activa nuestro sistema nervioso parasimpático, que es precisamente el que nos ayuda a relajarnos. También nos permite obtener el apoyo de los demás.
Gracias al llanto, somos capaces de gestionar nuestro dolor: esto ocurre porque cuando lloramos liberamos ciertas hormonas como la oxitocina y la endorfina, que como sabemos son sustancias que nos hacen sentir bien, también en cuanto al estado de ánimo, y, además, nos acerca a otras personas y a recibir cariño, necesario también para regular el estado de ánimo.
El llanto es fundamental: a través de él somos capaces de reconocer nuestras emociones, escucharnos y sentirnos mejor.
Sin embargo, como hemos visto, no todo el mundo puede hacerlo y las motivaciones pueden ser de distintos tipos: fisiológicas, psicológicas y sociales.
Con este post pretendo hacer llegar a todas esas personas que tienen dificultad para llorar la idea de que es algo beneficioso, que nos acerca a entendernos y que, paradójicamente, nos hace más fuertes y nos permite seguir adelante.