¿Notas que últimamente te encuentras muy agotado/a? ¿Sientes que no tienes fuerzas para hacer cosas? ¿Te apetece menos pasar tiempo en actividades que antes te gustaban? ¿Has notado que últimamente no tienes ganas de hacer nada? Si es así, te recomendamos explorar esta plataforma psicologia online para encontrar apoyo y herramientas útiles.
Si es así, en este artículo queremos hablarte del cansancio y de la fatiga crónica. Explicaremos cuáles pueden ser algunas de sus causas, cuándo es importante preocuparse y qué puedes hacer para ponerle remedio.
Todo el mundo puede sentir cansancio en algún punto de su día a día. La sensación de cansancio forma parte de un mecanismo fisiológico que nos indica que nuestras reservas de energía están llegando a su límite, y nos incita a buscar descanso para poder reponerlas.
Es por eso que cuando sentimos cansancio hacemos las cosas más lentas o todo nos supone mayor esfuerzo, puesto que los recursos que empleamos para hacerlas se están agotando.
Sin embargo, hay ocasiones en las que ese cansancio es muy intenso, y realmente nos sentimos sin fuerzas.
Es entonces cuando hablamos de agotamiento o fatiga, un estado altamente desagradable, que puede afectar también a nuestro ánimo y nuestra motivación, y puede aparecer incluso si no hemos hecho grandes esfuerzos.
Esto ocurre porque el cansancio es consecuencia de la combinación de aspectos fisiológicos y psicológicos, y a veces no resulta fácil identificarlos.
Aunque la distinción de aspectos fisiológicos y psicológicos a veces es difícil de separar, citaremos algunos de esos factores para entender mejor qué puede estar influyendo en la presencia de ese agotamiento.
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Causas comunes del cansancio y la fatiga
Causas biológicas
- Falta de sueño reparador
- Anemia
- Agotamiento físico
- Problemas de salud subyacente (enfermedad, desequilibrio hormonal)
A pesar de alimentarnos bien y de descansar las horas necesarias, podemos sentir que esto no nos repara ni nos recarga. Es entonces cuando quizá sea bueno atender más a posibles causas psicológicas.
Causas psicológicas
- Falta de actividad: puede parecer contradictorio, ya que el cansancio suele aparecer después de un periodo de mucha actividad. Sin embargo, también podemos acostumbrarnos fácilmente a no hacer tantas cosas y eso puede llevarnos a la pereza y a aumentar la sensación de cansancio. Esto ocurre especialmente cuando descuidamos actividades que nos resultan agradables o estimulantes y sólo llenamos nuestra rutina con obligaciones.
- Estrés y sobrecarga emocional.
- Falta de sensación de control en algún aspecto o área de nuestra vida.
- Falta de objetivos o frustración por no conseguirlos.
- Ansiedad por estar pasando por un momento difícil o angustioso.
- Depresión, en caso de ir acompañado de otros síntomas como la falta de sentido de las cosas que hacemos, sentimientos de desesperanza e inutilidad, desinterés por actividades que antes disfrutabas o apatía.
Cuándo debes preocuparte y pedir ayuda
Es importante no ignorar los síntomas y reconocer cuándo están afectando tu vida diaria, lo cuál podría indicar que es hora de pedir ayuda o atención profesional. Aquí te recomendamos que atiendas a algunas señales de alerta.
- Si es una sensación constante y duradera en el tiempo, es decir, que llevas más de unas pocas semanas
- Si está teniendo un impacto en tus actividades diarias, bien porque estés descuidando tareas domésticas, actividades laborales, de ocio o de cuidado personal.
- Si te está afectando a patrones de apetito y sueño, bien por exceso o por déficit.
- Si has perdido el interés por ciertas actividades que antes disfrutabas o te producían placer.
- Si estás teniendo somatizaciones, es decir, dolores o molestias físicas sin una causa aparente, lo cuál puede indicar que hay algo emocional que tu cuerpo está señalando de esta manera.
- Si estás teniendo más pensamientos negativos respecto a ti o a tu futuro, con sensación de inutilidad o desesperanza.
Estrategias para combatir el cansancio
1. Descartar causa médica: Para poder combatir el cansancio, lo ideal sería identificar qué factor lo está provocando. Sería recomendable descartar posibles causas médicas, con un análisis de sangre u otra prueba que recomiende el médico.
2. Identificar posible causa psicológica: Si los resultados médicos han salido normales, es recomendable dedicar un momento a identificar si hay alguna situación conflictiva o te encuentras en un periodo con altibajos emocionales o que te esté sobrecargando. Cuando estamos en piloto automático no nos paramos a observar cómo nos encontramos. La escritura puede ser una herramienta útil para expresar esas emociones y poder verlas con distancia.
3. Regular el sueño y la alimentación: tener en cuenta algunas pautas de higiene del sueño y de alimentación puede hacer mucho para recuperar esas energías agotadas por factores emocionales. Acostarse a la misma hora todos los días, dejar las pantallas al menos 1h antes de acostarse, regular la temperatura y ruidos del sitio en el que descansamos, o practicar ejercicios de relajación o actividades relajantes antes de acostarnos son algunas cosas que pueden contribuir a mejorar la calidad del sueño. De igual manera, nutrir a nuestro cuerpo con las cantidades y los alimentos adecuados según nuestra actividad diaria nos hará recuperar nuestras reservas energéticas.
4. Actividades de autocuidado: en otros artículos hemos hablado del autocuidado e incluso hemos propuesto algunas canciones que hablan de ello. Ya sea realizando actividades relajantes como actividades estimulantes, a pesar del cansancio, nos ayudará a notar que estamos dedicándonos un tiempo, y con ello contribuir a una sensación de recuperar el control y la energía. Haz una lista de cuáles son esas actividades que te hacen feliz y tenlas a mano para introducirlas en algún momento de tu rutina.
5. Establecer metas alcanzables: si nuestro cansancio tiene relación con la frustración o la falta de control respecto a nuestra vida, quizá debamos ajustar nuestras expectativas a la energía que tenemos disponible. Plantearse retos alcanzables o factibles nos ayuda a recuperar esa sensación de control y de autoeficacia que contribuirá a vernos más capaces de conseguir otras metas cada vez más difíciles.
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