En nuestra terapia para parejas os conflictos en cualquier relación surgen y nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida y, por ello, es importante no verlos como algo negativo sino como una oportunidad para solucionar nuestras diferencias, avanzar o llegar a objetivos comunes.
Es muy importante identificar qué lleva a conflicto para poder llegar a un punto en común. Os animamos a poner en marcha los siguientes pasos para sacarles el mayor provecho y que no se conviertan en una experiencia desagradable.
- Comenzar siempre con un mensaje positivo o, al menos, neutro: El mensaje será mejor recibido por la otra persona y eso facilitará la cooperación. Por eso, si empiezas a afrontar el problema con acusaciones, reproches y un tono negativo, se generará en la otra persona una conducta defensiva y de contraataque. La crítica que se presenta precedida por un aspecto positivo se recibe y se encaja mejor.
Por ejemplo, es mucho mejor decir “Sé que estás trabajando mucho y es normal que te sientas agobiado/a, pero tenemos que tratar de buscar ambos una solución para mantener la casa limpia, sin que todo el peso recaiga solo en mí” en vez de “Estoy harto/a de ser yo quien limpia la casa todos los malditos días, no haces nada, eres un desastre”


- Ser específico: El problema debe ser descrito de forma que cualquier observador externo lo entienda sin dificultad. Los términos vagos y generales no son operativos como, por ejemplo, “Eres un desastre” “No hay quien te aguante”. Además son términos que alimentan el conflicto en pareja.
Por otro lado, los términos de todo o nada ( “Nunca cambiaras”, “Eres un desconsiderado/a”), fomentan los estados de ánimo negativos y nos alejan del objetivo que más nos interesa, que es cooperar y mantener una comunicación clara y precisa.
- Expresa tus sentimientos y señala la causa que los provoca: Especificar la conducta que te está produciendo un agravio permitirá a tu pareja entender claramente qué es lo que le molesta. Además poniendo el foco en tus sentimientos le permitirá conectar con la emoción que te produce y facilitará la empatía y la colaboración del otro.
Ejemplo: “Que no me ayudes a limpiar la casa me hace sentir molesto/a” o “me pone triste cuando te hablo y siento que no me escuchas”
- Admite tu papel en el problema: Esto supone aceptar tu propia responsabilidad en el problema, comprometerte a cooperar y buscar una solución conjunta al respecto.
Ejemplo: “Reconozco que cuando llego a casa lo primero que hago es tumbarme en el sofá en vez de ayudarte con la cena” y la otra parte “ Reconozco que yo tampoco te he dado la oportunidad de hacerlo, y he seguido haciéndolo yo hasta que he explotado”


- Se breve cuando definas el problema: Es recomendable diferenciar entre hablar del problema y resolverlo. A veces perdemos demasiado tiempo en hablar del pasado y en divagaciones. Esto normalmente es un tipo de información irrelevante para la resolución del problema, además va a aumentar el malestar de ambas partes.
- Abre tu mente a otras perspectivas: Con ello se incrementa la posibilidad de que el problema se analice adecuadamente, intenta ponerte en el lugar de tu pareja para tratar el problema desde su punto de vista también.
Aprender a gestionar conflictos puede ayudarte a salir fortalecido/a de muchas situaciones y a fortalecer tus relaciones también. Si no sabes cómo gestionar alguna situación concreta o tienes dificultades para manejar tus emociones en los conflictos en psicologiamariapalau.com somos expertas en gestión emocional y podemos ayudarte con nuestra terapia para adultos o nuestra terapia grupal de gestión emocional.