Vivimos muy rápido o, al menos, esa es la sensación que tenemos. Esto se debe en gran parte a que sentimos que siempre hay algo más que hacer. Conseguimos un objetivo y ya tenemos otro pendiente. Tenemos listas infinitas diarias de tareas que cumplir y, además, nos pasamos cada minuto del día pendientes del siguiente paso. Es decir, pasamos el presente pensando en el futuro.
Esto no es siempre así, también pasamos parte del tiempo en el pasado, pensando en aquello que hicimos o que dejamos de hacer, aparecen emociones de culpa y remordimientos que nos hacen sentir peor. Al final, perdemos lo que realmente tenemos y en lo que realmente podemos influir y disfrutar, el presente.
Vivir en el presente es atender a lo que está pasando en ese momento, disfrutándolo y siendo totalmente conscientes de ello, implicándonos en lo que estemos haciendo.
En Psicología utilizamos el concepto de “Mindfulness” para describir el estado de ser plenamente consciente en un momento concreto. Se practica el mindfulness para conseguir alcanzar ese estado de conciencia plena en el momento presente. Liberando a nuestra mente de pensamientos que producen emociones negativas relacionadas con el pasado o el futuro, reduciendo el estrés y mejorando algunas capacidades como la atención, la memoria, la concentración y autocontrol.
Primeras ideas para empezar a practicar el mindfulness en el día a día:
- Aceptar las experiencias sin juzgarlas: Se trata de aceptar las emociones, sensaciones y pensamientos sin juzgarlos, sin emitir valoraciones acerca de ellos, sin etiquetar estas experiencias. Si tenemos el pensamiento de “seguro que se han reído de mí por lo que he dicho” no nos enganchamos a él, lo observamos y describimos tal y como es, solo un pensamiento.
Somos nosotros/as los que valoramos las experiencias como negativas o positivas en base a nuestro aprendizaje. Es importante entender que, en ocasiones, es la valoración que le damos a esas experiencias lo que nos hace sentir mal y no lo que ha ocurrido realmente. Por tanto, distanciarnos de esas valoraciones subjetivas nos ayudará a poder disfrutar del presente desde la calma.
- Dejar de lado el control: A la mayoría nos gusta controlar todo aquello que podamos para que las cosas salgan lo más parecido a lo que nosotros/as esperamos. La realidad es que es imposible controlarlo todo y este intento constante de hacerlo genera estrés y malestar. Asumir que hay situaciones en las que no podemos influir o que podemos influir solo en algunos aspectos es esencial para poder disfrutar de aquello que estamos haciendo, lo que conocemos como dejarnos llevar o fluir.
En definitiva, el primer paso para practicar el mindfulness es darse cuenta de que lo que cuenta no es tanto todo aquello que conseguimos a lo largo de nuestra vida, si no de lo que lo disfrutamos mientras lo estamos viviendo y eso implica hacer cambios en nuestra forma de vivir las experiencias.
Fuentes:
-Shapiro, S. L., Carlson, L. E., Astin, J. A., & Freedman, B. (2006). Mechanisms of mindfulness. Journal of clinical psychology, 62(3), 373-386.
-Carson, S. H., & Langer, E. J. (2006). Mindfulness and self-acceptance. Journal of rational-emotive and cognitive-behavior therapy, 24(1), 29-43.