Tener expectativas sobre un futuro igual o mejor que nuestro pasado es humano. Esa esperanza nos empuja a querer esforzarnos para construir nuestra vida tal y como deseamos que sea. Desear es, por tanto, sano y natural.
El problema surge cuando damos demasiada importancia a nuestros deseos o expectativas. Si le damos demasiada importancia, viviremos demasiado atentos y apegados al resultado obtenido. Viviremos pensando que sin ese resultado no podemos ser felices o tener una vida plena.
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Qué papel tienen las expectativas y las decepciones
Si vivimos demasiado apegados a nuestras expectativas, surgirán las decepciones. La decepción es una emoción que también tiene su función, nos ayuda a retomar el contacto con la realidad. Cuando sufrimos nos damos cuenta que no vivíamos alineados con la realidad, solamente es un recordatorio de que debemos volver a nuestra vida actual y al presente.
Cuando soltamos el apego a nuestras expectativas podemos conseguir relajarnos, nos abrimos a otras posibilidades, que pueden resultar incluso mejores que nuestras expectativas. Pero si nos cerramos a la realidad, limitamos el abanico de posibilidades y aparece el sufrimiento.
Las expectativas nos alejan de la realidad actual, del presente y lo que estamos viviendo. Nos lleva a imaginar un futuro distinto.
Está bien seguir deseando e imaginando una mejor realidad, pero si nos dejamos llevar demasiado por nuestras expectativas y en el futuro, dejamos de conectar y de disfrutar del momento presente.
Esas expectativas no nos ayuda a crear algo nuevo y mejor, sino que por el contrario, aparece la decepción. Para hacernos conscientes de la realidad y aprender a aceptar nuestra realidad ahora, y a partir de ahí, ver el conjunto de posibilidades que existen y cómo me hacen sentir cada una de ellas.
La importancia de aprender a soltar
Desear y tener expectativas está bien, pero no podemos perder el equilibrio y dejar de disfrutar el momento presente. La importancia de soltar el apego a las expectativas radica en la gestión adecuada de éstas. Esto implica adoptar una actitud realista, comprender que las expectativas no siempre coinciden con la realidad
Cuando ponemos mucho énfasis en el futuro aplazamos la felicidad a la consecución de ciertos objetivos (“cuando consiga la plaza podré hacer todo lo que me gusta” “cuando tenga pareja podré viajar y seré feliz”) de esta forma dejamos de vivir alineados con nuestra esencia.
Cuando nos apegamos a las expectativas y esto dura demasiado en el tiempo, vivimos desde el deseo y desde el miedo, ya que todo depende de haber conseguido ciertos resultados para poder disfrutar.
Es importante gestionar nuestras emociones, prevenir decepciones y cuidar nuestros vínculos interpersonales. Esto ayuda a vivir más alineados con el momento presente y nos ayuda a no mantener unas expectativas elevadas en el tiempo.
En el día a día vivimos 24h apegados a nuestras expectativas:
- Que nuestra pareja mañana siga estando a nuestro lado
- Que el coche siga funcionando
- Que nuestra cita llegue puntual
- Esperamos que nos respondan a nuestro whatsapp.
- Esperamos vivir muchos años y cumplir ciertos objetivos.
En ámbito de relaciones de pareja, por ejemplo, tener expectativas razonables puede ayudar a que la relación prospere, pero tener expectativas demasiado elevadas puede generar malentendidos y frustraciones, importante a gestionar para no llegar a arruinar la relación.
Soltar el apego a las expectativas excesivas o poco realistas puede ayudar a mantener relaciones más saludables y a desarrollar una autoestima más sólida, mayor satisfacción vital y nos ayuda a gestionar más fácilmente situaciones de estrés.
Cómo aprender a soltar
- Toma conciencia de qué esquemas mentales tenemos de base: Los pensamientos y aprendizajes obtenidos a lo largo de nuestra vida median en cómo actuamos y también en nuestra vida. Es necesario tomar conciencia de esos esquemas mentales que aparecen y nos provocan frustración. Suelen ser del tipo: “La vida tiene que ser justa”, “tengo que gustarle a todo el mundo”, “la gente tiene que entenderme siempre”, “tengo que conseguir todo lo que me propongo”, “las personas que me rodean siempre estarán de acuerdo conmigo”.
- Céntrate en aquello que sólo tú puedes controlar: A veces esperamos cosas que están fuera de nuestro control y esto influye en que hagamos un sobreesfuerzo y podamos sentir frustración o decepción cuando no lo conseguimos.
- Céntrate en lo importante para ti: ¿Sueles dedicar tiempo en tu vida a lo importante para ti? ¿o te sueles perder en lo que te piden, exigen o lo que debería estar bien, aunque no te aporte tanto bienestar?
- Mantén una actitud realista y prudente: A veces pensamos que debemos pensar siempre en positivo, tener una visión muy positiva del mundo, de los demás y de nosotros mismos, pero esto a veces no es realista. Es más adecuado ser prudente y mantener una actitud realista, dedicando un tiempo a buscar lo positivo así como también las posibles dificultades, siempre que esto nos movilice y nos ayude de forma realista.
- Practica la meditación: Simplemente relájate y respira poniendo atención al presente, a la realidad, libre de expectativas y juicios. Cómo es realmente este momento sin hacer juicios o comparaciones. Esto es, vivir desde el momento presente y vaciar tus expectativas, requiere un entrenamiento para poder hacerlo con fluidez en el día a día.
- Reduce las expectativas: A veces tenemos la mirada muy enfocada al futuro, en cómo será todo, cómo será la vida futura, qué resultados obtendremos, etc. Trataremos de centrarnos a vivir y a poner la atención en el ahora, cómo es la vida ahora, qué opciones tenemos, ajustarnos a vivir lo certero, lo que sabemos y conocemos en este momento, siendo realistas, de esta forma nos podremos dejar sorprender por lo que va ocurriendo en el momento.
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