¿Pospones hacer papeleo y tareas administrativas? ¿Tratas de huir de lugares en los que hay mucha gente? ¿Sientes que toleras poco el malestar e intentas evitarlo? Muchas son las situaciones que pueden generarnos malestar en nuestro día a día, pero no podemos evitarlas por siempre.
Hoy en este nuevo artículo de psicología vamos a hablar de la evitación experiencial, sus consecuencias y como hacerle frente de forma efectiva.
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¿Qué es la evitación experiencial?
La evitación experiencial es la tendencia que tenemos las personas a intentar evitar un malestar generado por sentimientos, emociones o pensamientos, huyendo o intentando controlar las situaciones y experiencias que la causan.
Esta estrategia puede resultarnos útil si la utilizamos para evitar el sufrimiento que nos genera una situación de forma puntual. Sin embargo, si se convierte en un hábito puede llegar a ser peligroso a nivel de bienestar psicológico. La evitación experiencial, puede beneficiarnos a corto plazo pero puede resultar muy perjudicial y limitante a mediano o largo plazo, por lo que dentro de nuestras habilidades personales, debemos aprender como lidiar con ella.
Es imposible controlar y evitar el malestar de todas las situaciones que se presentan en nuestra vida, por tanto, resulta vital aprender a enfrentarnos y gestionar las emociones desagradables. Tanto, que si no lo haces puedes acabar desarrollando algunos problemas psicológicos relacionados con la ansiedad o problemas del estado de ánimo, así como el denominado trastorno de evitación experiencial.


Como hemos dicho, no querer entrar en contacto con el malestar, o bien querer escapar del mismo en lugar de aceptarlo, no es un trastorno; más bien se trata de una respuesta normal que se observa en todas las personas.
El trastorno se da cuando está se convierte en nuestra principal estrategia de afrontamiento y además, aparecen pensamientos rígidos tales como “tengo que estar bien para poder hacer cosas“, “necesito sentirme feliz para poder volver al trabajo“, o “no soporto estar triste, necesito que esto se acabe ya“, es decir, cuando los pensamientos llevan a la creencia de que es necesario controlar el malestar de forma rápida, sencilla y, por supuesto, eficaz para sentirse bien.
Sin embargo, lejos de ayudar, genera un intenso malestar y nos puede limitar mucho en el día a día. Acabamos siendo personas incapaces de tolerar el malestar y dejando de vivir por miedo a enfrentarnos al sufrimiento.
El sufrimiento forma parte de la existencia humana. No podemos evitarlo. Está presente a lo largo de nuestra vida de diferentes formas, así como el amor, la muerte, la tristeza o el odio. Sin embargo, no todas las personas son capaces de aceptar esta realidad. Hay quien lucha por mitigar el sufrimiento que siente de forma desadaptativa. De alguna manera, su intención es escapar de la experiencia de sufrir, lo que no saben es que justamente sus formas de actuar pueden provocar lo contrario, un aumento de su sufrimiento a largo plazo.
Consecuencias del transtorno de evitación experencial
A nivel personal, las consecuencias de la evitación experiencial como forma principal de gestionar el malestar pueden ser muy graves.. Si esperas a estar bien para ir al cine, quedar con amigos, retomar los estudios, ir al trabajo, tener citas y un largo etcétera… se desarrollan muchísimas costumbres que buscan evitar las experiencias emocionales desagradables. Así, con el pasar de los meses y años, la vida solo gira en torno a la evitación y por tanto, aumenta el miedo y la ansiedad, generalizándose a situaciones que no son peligrosas y que pueden limitar nuestra vida.
De esta forma, tú identidad y proyección de futuro termina siendo muy limitada. La evitación experiencial no hace más que empeorar la sintomatología asociada al malestar y empobrece tú vida emocional.


Cómo hacer frente a la evitación experiencial
Poder gestionar el malestar de forma más funcional, implica en primer lugar la aceptación de que el sufrimiento forma parte de la vida. Ahora bien, esto no significa que tengas que sufrir por sufrir, sino ser consciente de que simplemente por el hecho de vivir puedes sufrir, pero que a pesar de que en ocasiones puede aparecer este sufrimiento merece la pena la vida.
Es fundamental que estés dispuesto/a a abrazar tus emociones y sentimientos, a pesar de que no sean agradables. Es cierto que experimentar emociones como la tristeza, la rabia, la impotencia.. no es placentero, pero experimentarlas no es malo en sí mismo, al revés, nos resultan útiles para poder dar respuesta y solucionar a las distintas situaciones que nos ocurren. El atender estas emociones en el momento adecuado hace que no se “enquisten” a largo plazo.
Por otro lado, resulta conveniente que tengas claro cuáles son tus valores y objetivos personales. Si eres consciente de ellos, sabrás hacia dónde te diriges, a pesar de cómo te sientas. Es decir, lo que sentimos no tiene que limitarnos, tenemos que tratar de aceptarlo y no entrar en una lucha con ello. Las emociones están ahí, forman parte de nuestro día a día, no podemos deshacernos de ellas, pero si tratamos de entenderlas y sabemos lo que queremos, será mucho más fácil actuar de acuerdo a ello en vez de juzgar y centrarnos en la experiencia emocional en sí. Te animo a que trates de “vivir bien para sentirte bien” y no al revés.


Todo el mundo se puede sentir identificado con esto, ya que como hemos dicho, nuestra naturaleza humana nos empuja a evitar el malestar. Pero si ves que has empezado a tomar decisiones desde el miedo, a evitar situaciones que antes te producen bienestar o que las emociones desagradables se te hacen un mundo, te animamos a trabajarlo en terapia.
En psicologiamariapalau somos expertas en problemas emocionales y podemos darte las herramientas adecuadas para poder empezar a gestionar el malestar de otra forma y que poco a poco empieces a tomar las decisiones que te acercan a tus valores y a tus objetivos vitales.