En este nuevo blog de psicología hablamos sobre la envidia. La envidia es una emoción compleja que se experimenta cuando deseas lo que otra persona tiene, ya sea su éxito, logros, posesiones, cualidades o características personales, y sientes resentimiento o malestar por no tener lo mismo.
Es una emoción natural y común que puede surgir en diversas situaciones de la vida, pero puede ser perjudicial si no se maneja adecuadamente.
Es frecuente que la envidia desencadene sentimientos de ira, celos, necesidad de venganza… como una forma de satisfacer o calmar la angustia y frustración de no poder conseguir o tener algo que otra persona tiene; pero justamente esta ira y venganza muestran un mala gestión de esta emoción ya que llevan a querer destruir lo que otro/a tiene, en lugar de poner el foco en uno/a mismo/a y trabajar en lograr aquello que queremos y mejorar como personas.
¿Por qué aparece la envidia?
La envidia es una emoción como otra cualquiera, nace de la comparación social que hacemos respecto a otros/as. Y normalmente, esta comparación la solemos hacer para salir perdiendo.
Es decir, de manera inconsciente buscamos la comparación con alguien que es mejor que nosotros en algo, por lo que somos conscientes de nuestras deficiencias y carencias y nos sentimos inferiores o insuficientes.
El problema con esta emoción surge ya que hemos crecido en un entorno donde la envidia es considerada un “pecado” o algo malo, hemos aprendido que es malo sentirla, y peor aún, expresarla. Estas enseñanzas llevan justamente a no tolerar esta emoción y que resulte más complicado gestionarla de forma adecuada.
Ninguna emoción es mala o buena en sí misma, simplemente es útil o no para nuestros propósitos y la situación en la que se ha generado; pero las emociones son mensajes de lo que nos está sucediendo por dentro y por tanto, hay que escucharlas y atenderlas.
Al ser una emoción poco aceptada, la cual juzgamos con frecuencia, es fácil que como hemos comentado desencadene otras emociones como la rabia, la venganza y la desplacemos hacia los demás, en vez de asumirla como propia lo que implicaría reconocer nuestras carencias.
La envidia surge en torno a los 3 años, en nuestras primeras relaciones con iguales y familiares. Por ejemplo, la envidia hacia el juguete de un/a compañero/a, la envidia hacia el hermano que considero favorito, incluso hacia la atención que tiene papá de mamá y que yo no obtengo.
En todos los casos, la envidia no es mala, sólo nos indica que nos gustaría tener algo que el otro tiene. Por eso podemos elegir qué hacer con nuestra envidia, si tratar de afirmar lo que deseamos y tratar de conseguirlo o aceptar que no podemos tenerlo; o por el contrario luchar para que el otro no lo tenga.
A veces, la envidia puede volverse tremendamente dañina para uno/a mismo/a y para los demás, cuando necesitas sentirte por encima o al nivel de los demás en todo para sentirte suficiente, lo que lleva a meterse en una espiral en la que necesites quitarle al otro lo que tiene o de devaluarle para poder mantener una buena percepción de ti “Si el/la otro/a queda por debajo entonces ya no soy yo el/la que está abajo”
Pero esto en realidad no nos permite cumplir lo que deseamos y sigue manteniendo nuestra carencia y el motivo por el que envidiamos al otro. Es una medida a corto plazo pero a largo plazo no va a cambiar nada.
Cómo gestionar la envidia
- Reconoce tus sentimientos: Lo primero es ser consciente de que estás experimentando envidia. Admitir tus emociones es el primer paso para abordarlas de manera saludable.
- Reflexiona sobre la causa: Trata de entender por qué te sientes así. ¿Qué es lo que realmente te molesta de la situación o la persona? A veces, la envidia puede ser una señal de que hay algo en tu propia vida que deseas cambiar o mejorar.
- Practica la gratitud: Fomenta una actitud de gratitud por lo que tienes en tu vida. En lugar de enfocarte en lo que no tienes, concentra tu energía en apreciar lo que tienes y en trabajar para alcanzar tus propias metas.
- Evita la comparación constante: Comprende que cada persona es única y tiene su propio camino. Compararte constantemente con los demás puede aumentar la envidia. En su lugar, enfócate en tu propio crecimiento y desarrollo.
- Celebra el éxito de los demás: Aprende a alegrarte por los logros y éxitos de los demás. Esto puede ser un desafío, pero practicar la empatía y la comprensión puede ayudarte a reducir los sentimientos de envidia.
- Trabaja en tu autoestima: a menudo, la envidia puede estar relacionada con una baja autoestima. Trabaja en tu autoestima y en tu autoimagen para sentirte más seguro/a y satisfecho/a contigo mismo/a.
- Establece metas realistas: Define metas alcanzables para ti mismo/a y trabaja hacia ellas. Esto puede ayudarte a sentirte más satisfecho con tu propio progreso y reducir la envidia hacia los demás.
- Busca apoyo emocional: Hablar con amigos, familiares o un terapeuta sobre tus sentimientos de envidia puede ser útil. A veces, expresar tus emociones y recibir apoyo puede aliviar la tensión.
- Practica el autocuidado: Mantén un estilo de vida saludable que incluya ejercicio regular, una dieta equilibrada, descanso adecuado y actividades que te gusten. El autocuidado puede ayudarte a manejar mejor tus emociones.
- Aprende a perdonarte a ti mismo: La envidia puede hacer que te sientas mal contigo mismo. Aprende a perdonarte por sentir envidia y recuerda que todos experimentamos emociones negativas en algún momento.
Recuerda que la envidia es una emoción normal, pero es la forma que tengas de gestionarla lo que puede marcar la diferencia en tu bienestar emocional y en tus relaciones con los demás.
Gestionarla implica reflexión y, en algunos casos, aceptación de la situación o planificar cómo poder mejorar en aquello que queremos.
Practicar la autoconciencia y desarrollar estrategias saludables para lidiar con la envidia puede ayudarte a vivir una vida más feliz y satisfactoria.
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