Los psicólogos/as muchas veces hablamos de la importancia que tiene vivir en el presente para poder disfrutar de la vida. De que nuestra mente nos la juega y se pasa más tiempo pensando en todo aquello que podría pasar (cuanto más negativo, mejor) y en todo aquello que pasó en el pasado (normalmente también negativo) y empieza a generar alternativas de posibles cosas que podríamos haber hecho y no hicimos generándonos gran culpabilidad y posibles desenlaces futuros que nos producen ansiedad.
[SHORTCODE_ELEMENTOR id=»16243″]Y es que somos así, nos pasamos la vida pensando en todo aquello que podría pasar o haber ocurrido y, de repente, ha pasado un día, una semana, un mes, un año…y nos preguntamos “¿cómo es posible que el tiempo pase tan rápido?”, o nos hacemos comentarios como “se me han pasado los mejores años”, “conforme te haces mayor el tiempo pasa más rápido” …
¿Es el tiempo el que pasa más rápido o somos nosotros/as los que vamos perdiendo la capacidad de disfrutarlo?
Posiblemente sea la segunda, cuando somos niños/as ni el pasado ni el futuro importan, disfrutamos del momento y cuando nos hacemos adultos recordamos momentos tan sencillos como aquel helado que tomamos en la heladería de un pueblo, el momento en el que salimos a cenar con amigos solos, aquel día con las bicis en la montaña…como si fuesen únicos e incluso nos producen ganas de volver a aquellos lugares y repetir la experiencia, en cambio, cuando somos adultos, hacer ese tipo de cosas se “normaliza”.
¿Las experiencias de la vida se han vuelto menos especiales o somos nosotros/as los que vamos perdiendo la capacidad de disfrutarlas?
Posiblemente, en este caso, sea la segunda también. Esto se ve claramente cuando empezamos a comer en cinco minutos sin darnos cuenta ni de lo que comemos, no tenemos tiempo de salir porque tenemos mucho trabajo o quedamos con amigos/as y estamos pensando en todo lo que tenemos que hacer.
La buena noticia es que esta falta de disfrute en el momento presente se puede trabajar ¿cómo? Aquí te dejo algunas actividades que te pueden ayudar.
- El mindfulness o toma de conciencia en el momento presente: es una técnica dirigida justamente a entrenar nuestra capacidad atencional para vivir en el momento actual, en el ahora.
- El agradecimiento; dedicar un momento al día, por ejemplo, por la mañana a agradecer todo aquello que tenemos, lo que somos, lo que hemos conseguido, las personas que nos rodean, nos conecta también con el momento presente. Esto se debe a que nuestra mente tiende a ver lo que está mal y las carencias por supervivencia, lo que aumenta la ansiedad.
- Las actividades agradables; dedica un tiempo al día a hacer cosas que te gustan, que te generan bienestar y que no tienen un objetivo a largo plazo. Algunos ejemplos pueden ser, pintar, escribir, leer, escuchar música, salir a pasear, darse un baño… Ya que son actividades dirigidas a mejorar el bienestar actual.
- El deporte y la alimentación saludable; son claves para una mejoría en cualquier tema psicológico. Pero estas dos, son encargadas de liberar en nuestro cuerpo y cerebro sustancias como las endorfinas que nos producen bienestar instantáneo.
Lo que tienen en común estas actividades es que nos hacen centrarnos en el momento actual, por tanto, intentar disfrutar de forma consciente de cada experiencia que vivimos, de los pequeños detalles, de una risa, de un café, de la luz del sol por las mañanas, del aire al pasear, del agua cuando nos duchamos, de una frase de apoyo, de un momento en familia… puede cambiar totalmente la manera en la que disfrutas la vida y de alguna manera “ralentizar el tiempo” durante unos minutos al día.
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