En este nuevo blog sobre psicología, más en concreto sobre curiosidades sobre la psicología, hablamos sobre los abrazos, los abrazos son una buena medicina. Sentir el calor de los demás en el cuerpo es una buena defensa contra la ansiedad, el estrés e incluso las infecciones como el frío. Así lo afirma un estudio realizado sobre 404 adultos y publicado en Psychological Science, por un grupo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon y de la Universidad de Virginia (EE.UU.).
[SHORTCODE_ELEMENTOR id=»16243″]¿Qué ocurre en el cerebro cuando damos o recibimos un abrazo? Los abrazos, más que los besos y las caricias, estimulan la oxitocina, refuerzan el sistema inmunitario y reducen los síntomas del estrés.
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El abrazo estimula la producción de endorfinas
En el pasado, el abrazo ha estado bajo la lupa de los académicos en otras ocasiones. Varios estudios han puesto de manifiesto los efectos beneficiosos para la salud psicofísica de la terapia de abrazos. Según un trabajo de la Universidad de Viena, cuando se coge a un amigo cercano en brazos, se libera en el torrente sanguíneo oxitocina, una hormona que reduce el estrés y la ansiedad, así como la presión arterial, y contribuye a mejorar la memoria.
Un abrazo puede ser suficiente para calmar la ansiedad, la depresión e incluso un ataque de pánico. De hecho, este sencillo gesto puede liberar valiosos beneficios para el bienestar del cuerpo y la mente. Abrazar no cuesta nada, no se hace por obligación y va más allá de un simple gesto de amabilidad. En un instante sintoniza a dos personas que se convierten en una. Y es precisamente en este momento cuando el abrazo produce una potente respuesta emocional.
¿Cómo puede un simple abrazo desencadenar estos beneficios?
«Durante el abrazo, se desencadena una respuesta a nivel de los neurotransmisores activada por el contacto de dos cuerpos que se abrazan». Estimula la producción de endorfinas, neurotransmisores que reducen el umbral del dolor y promueven el bienestar, la respiración se sincroniza, el ritmo cardíaco disminuye, se activan otras hormonas y neurotransmisores que proporcionan una sensación de plenitud, y el sistema inmunitario se fortalece, desterrando así el estrés, las ansiedades y los miedos».
El abrazo, pues, toca cuerpo y psíquico: «En nuestra sociedad tecnológica, conviene recordar a veces la importancia de los gestos ricos en significados simbólicos: estamos tan acostumbrados a contactos virtuales rápidos en los que no ponemos en juego nuestra corporeidad, que olvidamos lo inseparables que son nuestra mente y el funcionamiento del cuerpo. Además de expresar una sensación de protección y cuidado que nos remite a la infancia y al primer contacto con la madre», añade la psicóloga, «el abrazo puede transmitir cercanía afectiva, compartir emociones, aceptación, confianza en el vínculo y empatía».
Como hemos comentado una sociedad en la que el contacto físico se reduce al mínimo, nos estamos desacostumbrando a tocar y ser tocados. Sin embargo, varios estudios han demostrado la importancia de los abrazos incluso en la infancia. Son fundamentales no sólo para el desarrollo de la autoestima en los niños, sino también en los adultos como terapia contra la ansiedad, ya que afectan positivamente al estado de ánimo y aumentan la sensación de seguridad que todos necesitamos.
Con un abrazo podemos comunicar experiencias emocionales que a menudo son mucho más intensas y profundas que las palabras: ésta es la riqueza y la profundidad de la comunicación no verbal. Así que redescubramos el significado de los pequeños y auténticos gestos de afecto que pueden colorear y enriquecer nuestra vida cotidiana, nuestras relaciones y fortalecer nuestra salud psicofísica«.
Aprende a recibir y a dar abrazos. Ríndete al otro y déjate envolver. Si eres tú quien lo hace, abraza y haz que la persona sienta tu contacto. Además de reactivar la conexión entre vosotros, liberarás oxitocina, la llamada hormona del amor y del bienestar. Esto tiene un efecto positivo en los aspectos psicológicos, emocionales y sociales de la salud y el bienestar.