En este nuevo artículo del blog de psicología de psicologiamariapalau, psicólogas online, hablamos sobre los mejores consejos para poder ayudar a un amigo o familiar, que se encuentra en situación de duelo, por la muerte de un ser querido muy cercano, saber como gestionar estas situaciones, hará que puedas convertirte en una gran ayuda. En la terapia para adultos o la terapia grupal de psicologiamariapalau, tratamos día a día, con pacientes que sufren el duelo, si tus sentimientos y emociones tras sufrir por un problema de duelo, te impide realizar tu vida de una forma normal, acudir a un psicológo online o presencial, puede ayudar a obtener las herramientas necesarias para lidiar con el mismo.
[SHORTCODE_ELEMENTOR id=»16243″]Muchos se sienten en dificultades al acercarse a un amigo, a un familiar que sufre la muerte de una persona importante en su vida: no saben cómo acercarse, qué decir, qué actitud adoptar.
Tienen miedo de despertar -en un amigo, en un familiar en apuros- el dolor de los supervivientes, de enfrentarse a una conversación que podría ser pesada tanto para ellos como para los demás, y de enfrentarse a un sufrimiento para el que no hay palabras que puedan aportar remedio o consuelo.
Sin embargo, es importante recordar que sólo si se consigue superar esta reserva hacia el amigo, el familiar, se puede ser realmente de ayuda: quienes han sufrido un duelo grave necesitan sentir la presencia afectiva de amigos y conocidos y saber que tienen a su lado a personas verdaderamente atentas y dispuestas a escuchar.
No se puede proteger a los afligidos del dolor de la pérdida, pero se les puede apoyar en un momento tan doloroso ayudándoles a expresar sus dificultades y sentimientos dolorosos.
Contents
- 1 Como ayudar a una persona que pasa por un proceso de duelo
- 1.1 Ponte en contacto con nosotros lo antes posible
- 1.2 No minimices la pérdida, no intentes consolar
- 1.3 No tienes que decir nada
- 1.4 Calcular
- 1.5 Permite la expresión de culpa
- 1.6 Mantente en contacto
- 1.7 Toma medidas concretas
- 1.8 Ayuda a los niños
- 1.9 Compartir
- 1.10 Recuerda las fechas importantes
- 1.11 No presiones: la recuperación lleva su tiempo
- 1.12 En caso de dificultad
Como ayudar a una persona que pasa por un proceso de duelo
No hay gestos especiales que hacer ni «frases hechas» que todo el mundo conozca para aliviar el sufrimiento de los demás: sin embargo, hay muchas formas de ser verdaderamente solidario con los que sufren. He aquí algunas sugerencias, nacidas de la experiencia de personas que han pasado por el dolor de la pérdida.
Ponte en contacto con nosotros lo antes posible
Aunque te cueste esfuerzo y miedo, ponte en contacto lo antes posible: si no puedes hacerlo yendo en persona, al menos llama por teléfono o escribe para decir cuánto lo sientes.
La mayoría de los afligidos dicen que leer y releer las cartas y tarjetas que reciben les reconforta y consuela, sobre todo durante las noches de insomnio que pasan.
No minimices la pérdida, no intentes consolar
Sufrir la muerte de un ser querido es un paso necesario. Sin embargo, debemos recordar que cada persona tiene formas y momentos distintos de afrontar su duelo, formas y momentos que varían en función de su historia, su edad, la calidad e intensidad de la relación, el papel que desempeñaba la persona fallecida, la forma de la muerte…
Generalmente, los que quedan atrás llegan a aceptar con el tiempo el hecho de que su ser querido ha desaparecido definitivamente: esto, sin embargo, implica un trabajo duro y largo que nadie puede hacer en su lugar.
En cambio, se puede ofrecer ayuda invitando a los que sufren a compartir su angustia, sus emociones, sus recuerdos, la historia de la enfermedad y la muerte de su ser querido y, sobre todo, escuchándoles sin ofrecer consejos ni emitir juicios.
Ciertas frases «circunstanciales» que se suelen utilizar automáticamente en realidad no son muy útiles y, al contrario, pueden bloquear la comunicación. Se trata de frases como «Fue la voluntad de Dios» (sin estar seguros de cuál es la fe de la persona), «Con el tiempo, ya verás, el dolor pasará» (sabemos, sin embargo, que no es sólo el paso del tiempo lo que embota el dolor, sino también un esfuerzo real por procesar la pérdida); «Comprendo realmente cómo te sientes» (ninguno de nosotros sabe realmente cómo se siente el otro y una frase así sólo puede provocar la reacción «pero yo no soy tú»); «Menos mal que tienes un marido/mujer/otros hijos de los que ocuparte» (restando así importancia a la persona que ha muerto); «Esto sí que tiene sentido» (pero quizá no: en nuestra existencia no todo obedece a una «razón» y, en cualquier caso, encontrar una aceptable en tal circunstancia es muy difícil).
Por el contrario, ciertas frases que invitan al otro a compartir sus emociones, su experiencia, sus recuerdos, pueden abrir la puerta al diálogo y a la comunicación.
Se trata de frases como: «Esto debe de ser tan doloroso para ti» (el otro se siente autorizado a hablar de sus emociones y de su angustia); «Teníais una relación tan bonita» (puede estimular al otro a hablar de la relación que tenía con la persona fallecida); «Aunque teníais una relación difícil, debe de ser terrible saber que le has perdido«; «Era una persona especial. Le echo mucho de menos. No puedo imaginar cuánto le echas de menos. ¿Tienes ganas de hablar de ello«; «No puedo imaginarme cómo debes de sentirte. ¿Quieres hablar de ello?» Escucha a la otra persona sin interrumpirla, sin juzgarla y sin aconsejarla. Tu tarea consiste únicamente en permitir que la otra persona se exprese y se sienta escuchada.
No tienes que decir nada
Es normal que haya momentos de silencio: acéptalos e intenta no querer llenarlos a toda costa con palabras. A veces, de hecho, las palabras no bastan, o incluso son innecesarias. Lo que cuenta es tu presencia, sincera y cálida. Cuando no hay palabras que decir, un gesto cariñoso, un apretón de manos, una caricia, un abrazo pueden expresar aún mejor tu afecto y tu cercanía.
Calcular
El mayor apoyo que se puede ofrecer es escuchar. Permitir al doliente que cuente su historia, que cuente su angustia, que exprese su sensación de soledad y desorientación, es uno de los elementos más importantes del proceso de duelo.
Cada vez que una persona en duelo cuenta la historia de su pérdida, la realidad de lo ocurrido se hace más cercana y verdadera: uno necesita contar su experiencia muchas veces para, con el tiempo, acercarse, comprenderla y finalmente aceptarla.
Anima a la otra persona a hablar y a expresar sus sentimientos. Para que la otra persona se sienta realmente libre de hablar, no interrumpas, no des consejos y no juzgues. No intentes cambiar de tema, sino retomar el hilo donde se ha interrumpido.
Si la otra persona llora, acoge sus lágrimas: es correcto y normal que la otra persona también exprese su sufrimiento mediante el llanto.
Cuando se expresen sentimientos de ira, frustración, decepción, miedo y tristeza, acógelos, sin juzgarlos. Si la otra persona los mantiene reprimidos en su interior y nunca tiene la oportunidad de mostrarlos, esto sólo puede ralentizar el proceso de duelo.
Permite la expresión de culpa
Es normal sentir culpa tras la muerte de un ser querido. Uno se siente «culpable» por muchas razones: por haber sobrevivido, por no haber podido «salvar» a la persona que murió, por no haberle mostrado el amor y la atención que merecía, por no haber hecho «lo suficiente».
Acepta la expresión de culpa y considera que, en realidad, lo que muchas personas sienten no es tanto culpa como pesar por no haber podido cambiar las cosas mientras el otro vivía: «si tan sólo hubiera…».
Sin embargo, si el superviviente sigue hablando de un incidente concreto varios meses después de la muerte, puedes intentar preguntarle «¿Qué más crees que podrías haber hecho? Y, en ese caso, ¿qué habría pasado?».
Sigue haciendo preguntas sencillas y abiertas hasta que la persona llegue a la conclusión de que -con los conocimientos y la conciencia que tenía en ese momento- no podría haberlo hecho mejor o de forma diferente.
Permite cualquier expresión de dolor
Es natural que la persona en duelo se aflija y se desespere: ha amado a la persona que ha muerto y es como si hubiera perdido con ella una parte de sí misma, una parte de la vida que compartían.
No afligirse, no desesperarse, sería como negar la propia existencia pasada, los propios afectos, la propia historia.
Para los que se quedan atrás habrá días buenos y días malos: los altibajos son una parte normal del proceso de duelo. No insistas a los afligidos para que vuelvan a su vida habitual lo antes posible.
Si necesita liberar su energía y tensión, deja que lo haga.
Si quiere sumergirse mirando fotografías o leyendo escritos sobre el duelo, déjala.
Cada persona afronta el sufrimiento de formas distintas y en momentos diferentes.
Tal vez puedas ayudar relatando tu propia experiencia de pérdida: revelar puntos de contacto o de diferencia ayuda a compartir el dolor.
Mantente en contacto
Las visitas, las llamadas telefónicas y las cartas se vuelven especialmente importantes y bienvenidas con el tiempo: a medida que pasan las semanas y los meses, la realidad de la pérdida golpea cada vez más profundamente, haciendo que las personas se sientan más solas y vulnerables.
Muchas personas piensan que, al cabo de unos meses, han superado el momento más difícil. De hecho, la duración del proceso cambia de una persona a otra y la realidad de la pérdida sólo se comprende plenamente con el paso del tiempo.
Toma medidas concretas
Los afligidos no siempre tienen la energía y el empuje necesarios para tomar la iniciativa de llamar a otros. Por tanto, no digas: «Si puedo hacer algo, llámame». Intenta ser tú quien llame y ofrezca un apoyo concreto: por ejemplo, hacer un recado, preparar algo de comer, recoger a los niños del colegio… Intenta ser coherente y regular en tu ofrecimiento y no hagas promesas que no puedas cumplir.
A veces, incluso ofrecer simplemente pasar una tarde juntos viendo la televisión puede ser un gran consuelo, sobre todo para los que se quedan solos.
Del mismo modo, es bueno seguir invitando a los miembros restantes de la familia, como en el pasado: ellos decidirán si vienen o no. Saber que alguien se preocupa de verdad, saber que no te han olvidado, puede ser un gran consuelo.
Ayuda a los niños
No es posible proteger completamente a los niños del dolor: ni del suyo propio ni del de su familia. En comparación con los adultos, los niños tienen tiempos y formas diferentes de reaccionar ante la muerte de un ser querido y de expresar su dolor. Por tanto, hay que tener mucho cuidado -sobre todo cuando el niño parece tranquilo y parece comportarse como de costumbre- para que los adultos no lo aparten o lo ignoren, atrapados en su dolor.
Muéstrales tu afecto y apoyo, invítales a pasear, a jugar con otros niños, dales la oportunidad de expresar sus pensamientos y sentimientos: necesitan, igual que los adultos, oyentes sensibles y atentos.
Compartir
Mucha gente piensa que el silencio protege contra el sufrimiento y que no se debe hablar de la persona que ha muerto con sus familiares porque eso sólo serviría para despertar su dolor.
En cambio, la mayoría de las personas en duelo se sienten heridas, decepcionadas, angustiadas si no se menciona a la persona que ha muerto, si se actúa como si nunca hubiera existido, y obtienen un gran consuelo al recordarla junto con otras personas o al verla viva y vital a través de los ojos y los corazones de los demás.
Recordar junto con los familiares los momentos felices, las cosas que les gustaban o disgustaban, los acontecimientos lúdicos y difíciles, las aventuras que compartieron, significa ofrecer una valiosa ayuda.
Recuerda las fechas importantes
Las fiestas, los cumpleaños, así como el aniversario de la muerte, son momentos especialmente difíciles para los que se quedan atrás. Marca en tu calendario las fechas que tengan un significado especial, para recordar que debes ponerte en contacto con familiares o amigos antes de esos días especiales. Cuando te reúnas con ellos o les llames, se requiere toda tu atención y sensibilidad.
No presiones: la recuperación lleva su tiempo
Ten en cuenta que una persona en duelo está sometida a un gran estrés: hasta que no esté preparada, no la presiones para que participe en actividades externas. Confía en su conocimiento de lo que es mejor para sí misma y no esperes que mejore en el tiempo que parece que te corresponde.
En caso de dificultad
Si, con el paso del tiempo, la persona en duelo no parece haber recuperado cierto bienestar y sigue mostrando sentimientos de culpa, ira, depresión aguda, tendencias suicidas o, por el contrario, no hay ninguna manifestación de duelo, es buena idea sugerir ayuda profesional y encontrar nuevas formas de afrontamiento.