En este nuevo artículo de nuestro blog de psicología de psicologiamariapalau, hablamos sobre la autoexigencia. Veremos cuales son las diferencias entre una autoexigencia constructiva y destructiva, ya que esta última puede ser una de las bases de muchas problemáticas que observamos en la actualidad.
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¿Qué es la autoexigencia?
La autoexigencia es una cualidad y una forma de comportarnos. Son todas aquellas acciones que llevamos a cabo, con el fin de lograr un objetivo. Por ejemplo, ante un examen importante mi autoexigencia va a determinar mi nivel de preparación, cuantas horas voy a dedicar al estudio, cómo me voy a organizar, cuantas veces voy a repasar el temario… pero también mi forma de interpretar la situación.
La autoexigencia es muy importante para crecer como persona, mejorar, superarse y ser la mejor versión posible de nosotros/as mismos/as. Es muy importante saber ver nuestros errores, las cosas que podemos mejorar, y las que no, pero también aceptar nuestros fallos y aprender de ello.
Si quieres profundizar más sobre que es la autoexigencia, visita nuestro artículo y conoce sus ventajas y desventajas a la perfección.
Tipos de autoexigencia: Destructiva y Constructiva
El problema muchas veces está en la forma en la que manifestamos nuestra autoexigencia, no en la autoexigencia en sí. Es por ello, que se hace necesario diferenciar dos formas de manejar esta exigencia, aquella que se considera constructiva y otra de naturaleza destructiva y por tanto, no muy recomendable.


¿Qué es la Autoexigencia destructiva?
La autoexigencia destructiva es diferente según la persona que la sufre, no obstante eso, puede mostrar signos comunes como:
- Tenemos un diálogo interno peyorativo, nuestra forma de hablarnos es desagradable e incluso violenta.
- Nos señalamos los errores de forma exagerada, poniendo en duda todas nuestras capacidades por un error o fracaso. (“soy un inutil, no hago nada bien, ya me he equivocado otra vez.. no valgo para nada..) Nos olvidamos de que el fracaso es algo del momento, no representa a la persona.. y de que los errores forman parte del proceso de aprendizaje, como bien nos enseña la flexibilidad cognitiva.
- Nos decimos cosas como “Tengo que hacerlo bien”, “No puedo fallar”. Resaltamos el “deber” cumplir con las expectativas que nos imponemos.
- Las expectativas son exageradas: buscamos la perfección, o el no equivocarnos. Un listón siempre demasiado alto. Nos exigimos un rendimiento por encima de nuestra capacidad, lo que acaba generando mucho malestar y desgastando. Se genera un sentimiento de no ser capaz de llegar a todo.
- Nos centramos en el resultado y no en el proceso y menospreciamos nuestros logros, los pasamos por alto o los damos por hecho. No les prestamos atención, si hacemos 5 cosas muy bien y comentemos un pequeño fallo el foco va a estar puesto en el error y en la crítica destructiva.


¿Qué es la Autoexigencia constructiva?
La autoexigencia constructiva cambia según la persona que la padece, no obstante eso, puede mostrar signos comunes como:
- Nos hablamos desde el cariño y el respeto. Señalamos nuestros errores y lo que podemos mejorar con respeto (“aprenderé de este error y la próxima vez lo tendré en cuenta intentaré hacerlo mejor”)
- Somos objetivos en las valoraciones que hacemos, analizamos la situación concreta, sin generalizar ni exagerar de forma negativa. ( “Me he equivocado porque estaba muy cansado/a hoy y me costaba mantener la atención, la próxima vez procuraré tener un buen descanso y pediré a alguien que me ayude a revisar mi tarea”)
- Buscamos aumentar nuestra motivación sin presionarnos: una buena manera es cambiar los “tengo”, “debo”, etc. por “quiero”, “me gustaría”.
- Nuestras expectativas son realistas: nos centramos en las metas a corto plazo, con una buena planificación de objetivos, mostrando y desarrollando una actitud proactiva. Centrándonos en ir superando paso a paso nuestras propias marcas, en lugar de ponernos listones muy altos (o imposibles).
- Analizamos el error centrándonos en cómo mejorar o qué podemos aprender de él: Una buena autocrítica implica no sólo reconocer los errores sino aprender de ellos: qué podemos sacar del error para mejorar, o qué podemos aprender.
- Sabemos ver nuestros logros y los valoramos para sacar lo mejor de nosotros mismos, es importante valorar nuestros logros y reconocer nuestras fortalezas. Es importante ser objetivos, conocer nuestros límites, nuestras carencias y también nuestras virtudes y talentos.
- Nos exigimos teniendo en cuenta que es necesario descansar y recargar las pilas, no nos presionamos hasta el agotamiento: es importante exigirnos lo mejor, pero teniendo en cuenta nuestra energía, nuestras capacidades y nuestras necesidades. No priorizar el rendimiento por encima de todo, sino dar espacio también al ocio, vida social y familiar, etc. –
- Nos centramos en el proceso, no solo en los resultados: No valoramos solamente los resultados sino todo el camino.
Si te sientes identificada con el tipo de autoexigencia destructiva y te lleva a experimentar malestar y te limita en tu día a día te animo a trabajarlo en terapia psicológica para poder tener las herramientas necesarias para gestionarla y que pueda llegar a ser constructiva.